¿Sobradamente preparados?: Tal vez no

VIAMaría Jesús Soto

La revolución que está suponiendo internet y las nuevas tecnologías, supone el mayor desafío empresarial que hemos conocido en el último siglo.

El invento de la máquina de vapor y la revolución que ello supuso, permitió a las personas una adaptación, ayudada por el paso del tiempo y el relevo generacional. En la actualidad, los cambios se producen a tal velocidad, que muchas personas o empresas no son capaces de asimilar y mucho menos, prever sus consecuencias.

Como dicen algunos, lo antiguo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer. Esta situación, aplicable a todos los sectores empresariales e incluso de la vida política o social, está provocando altos niveles de incertidumbre y frustración sobre el futuro.

Si pretendemos afrontar con garantías de éxito lo que nos pueda deparar el futuro, lo primero que hemos de hacer es cargarnos de esperanza, algo complejo, pero imprescindible. La historia de la humanidad nos ha dejado múltiples ejemplos de superación y adaptación de los seres humanos, ante las realidades más complejas o crueles a las que se han enfrentado. La realidad en la que nos encontramos no será diferente.

También es cierto que no todas las personas, empresas o proyectos sobreviven a transformaciones tan complejas y exigentes. Por tanto, la humildad y los pies en la tierra nos serán de gran ayuda, junto con la esperanza en nuestro instinto de supervivencia.

Las máquinas nunca actuarán como personas, porque no tienen alma y por ello no tienen intuición, no saben improvisar, ni cerrar contratos o acuerdos comerciales, escuchar e interesarse por ayudar a los demás etc… Ante esta realidad, la amenaza de los robots, la inteligencia artificial y todo lo que está por venir, no deja de ser relativo, si las personas ponen en valor lo que realmente  pueden aportar.

La gestión de las empresas y los proyectos, cada vez es más compleja, por la enorme cantidad de retos a los que deben enfrentarse. No obstante, al final las preguntas siempre son las mismas, ¿cómo puedo conseguir financiación? ¿Qué perfil de profesionales necesitamos? ¿A qué mercados o clientes pretendo llegar? ¿Qué canales o vías debo utilizar?¿Qué productos o servicios distintivos puedo ofrecer? etc…

La respuesta a todas esas preguntas pasa por recoger mucha información sobre los asuntos importantes, reflexionar sobre ello y posteriormente tomar la decisión, calibrando previamente las consecuencias de la decisión, como cualquier buen ajedrecista. Hasta aquí, sencillo… el problema estriba en que hay demasiada información, que no tenemos tiempo para la reflexión y que tomamos decisiones sin calibrar las consecuencias.

La especialización se hace cada vez más necesaria. La externalización de determinados servicios es cada día mayor, ante la reducción de márgenes, el aumento de muchos costes y la necesidad de muchos servicios que no necesitábamos, sobre todo relacionados con los temas tecnológicos, ciberseguridad, jurídicos etc…

A nosotros nos gusta aprovechar los cambios para encontrar nuevas oportunidades, entregándonos a ello con ilusión y enorme esfuerzo. ¿Sobradamente preparados? No para los desafíos a los que nos enfrentamos.

 

 

 

 

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